Iglesia Parroquial de Ntra. Sra. de la Asunción

Descripción

 

Situada en el Paseo de los Álamos.

La actual iglesia fue construida sobre el mismo solar que ocupaba la primitiva iglesia de Santa María de la Asunción, que existió hasta 1786, donde Cervantes y Catalina contrajeron matrimonio y donde estaban enterrados, entre otros, los padres de Catalina.

En 1785 se comenzó a construir la actual iglesia sobre las ruinas de la anterior, conservando de la antigua iglesia la cabecera, la torre y una pila bautismal que data de 1686.

En 1794 se concluyeron las obras de la iglesia, alzada según los cánones neoclásicos y hechuras del maestro alemán Haan, discípulo de Sabatini. Aunque el edificio es de estilo neoclásico, se respetó el gótico mudéjar de la torre. La torre es de un solo cuerpo con ventanas saeteras rematando en un cuerpo más estrecho que aloja un campanario de un ojo por cara.

El exterior es de construcción típica toledana, con mampostería y ladrillo.

El templo se compone de una gran nave cuadrada sustentada por cuatro enormes columnas de piedra de Colmenar y de una capilla cuadrilonga en su costado oriental, donde está el altar mayor. En el techo observamos 12 arcos de medio punto sobre los que apoyan nueve bóvedas de pañuelo.

Desgraciadamente se perdió el retablo renacentista que presidía el altar mayor, ante el que Cervantes diera su sí matrimonial a Catalina.

En lugar del retablo renacentista, en el ALTAR MAYOR hoy encontramos un lienzo de grandes proporciones pintado a finales del siglo XVIII por un artista desconocido: Miguel Loxes. Con gran maestría se ve plasmada La Asunción de María al cielo, abandonando el sepulcro ante la admiración de los Apóstoles. La actitud de estos refleja una interesante composición de rostros dialogantes en torno al triunfo de María. Los pinceles denotan todavía, en este cuadro neoclásico, la huella de los grandes maestros como Ribera, al mismo tiempo que transmiten las suaves tonalidades de los grandes fresquistas como Tiépolo o Mengs. El rostro de María, graciosamente juvenil, nos muestra la inmarchitable belleza de la Virgen que no se deja atrapar por la vejez o la muerte.

En el PRESBITERIO, encontramos varios cuadros que merece la pena resaltar. Este es el caso del cuadro de La Inmaculada de autor desconocido y que precisa una restauración.

Otro de los cuadros que decoran el presbiterio es el que encontramos sobre la cortina de entrada a la Sacristía y que recoge el tema de La Adoración de los Reyes Magos.

También en el presbiterio, observamos el cuadro de La Virgen de los Dolores, que siempre ha gozado de gran popularidad y devoción. Se trata de una obra del siglo XVII del pintor segoviano Sierra.

De mayor calidad es el cuadro de San Antonio de Padua, cuyo autor es Miguel Jacinto Meléndez, artista asturiano que cierra la etapa barroca de la pintura madrileña. Los lirios y el libro completan la experiencia mística del santo lisboeta, cuyos restos reposan en Padua.

Y, para terminar con los cuadros del presbiterio, observamos la joya pictórica de Esquivias, el cuadro flamenco de La Virgen de la Leche. Se trata de la tabla central de un tríptico flamenco del siglo XIV que ha perdido sus portezuelas laterales. La representación de la Virgen de la Leche tiene gran trascendencia en la pintura flamenca y la encontramos por ejemplo en obras de pintores flamencos como Van Eyk y Van der Weiden.

Esta pintura pudo ser un regalo de alguno de los prestigiosos capitanes o alféreces esquivianos que sirvieron en Flandes al emperador Carlos V, como Alonso Mejía.

El colorido rotundo, la descripción del mobiliario doméstico, la en la representación de las carnes, el medallón de grisalla con la Anunciación que aparece al fondo, las curvas y contracurvas del manto en gótico internacional hacen de este óleo una obra importante, quitando los añadidos posteriores como el pudoroso vestido transparente del Niño y el anacrónico crucifijo que lleva al cuello.

En la columna de la derecha del altar mayor tenemos la fotocopia de la página del libro de matrimonios que conserva esta iglesia en la sacristía, en la que se recoge constancia del matrimonio entre Miguel de Cervantes y Catalina de Palacios. Dice textualmente:

“ En 12 de Diciembre el reverendo señor Juan Palacios teniente desposó a los señores Miguel de Cervantes, vecino de Madrid y doña Catalina de Palacios, vecina de Esquivias: testigos Rodrigo Mejía, Diego Escribano y Francisco Marcos. El doctor Escribano (firmado y rubricado)”

A la derecha del altar mayor encontramos el busto de la Virgen de la Leche. Es una talla en madera policromada que probablemente pertenezca a la escuela escultórica granadina de Alonso Cano, aunque según otras versiones responde a la tipología de las vírgenes napolitanas. La obra presenta un bello estofado y es una representación muy cuidada del hijo de Dios hecho carne que se alimenta en el pecho de una mujer. El Niño que sostiene en brazos no es el original, ya que la imagen ha sufrido a causa de las guerras.

Esta imagen fue donada por Mariana de Neoburgo, segunda esposa de Carlos II, al Convento de Capuchinos de Esquivias, pero en 1820, cuando los monjes abandonan el convento, llevan la imagen a la iglesia parroquial.

La Virgen de la Leche es la patrona de Esquivias y es festejada el día 20 de agosto con misa, procesión y fiestas populares.

A lo largo de la nave de la iglesia encontramos numerosas figuras de escayola de santos y santas situados en hornacinas en las paredes, como a Santa Lucía, San Isidro, San Antonio... etc.

Además, distribuidos por los muros del templo y a gran altura, hay CUATRO LIENZOS que tienen por autor a Ignacio de Prados, pintor de los siglos XVII y XVIII.

Encima de la escultura de la Inmaculada, encontramos el cuadro de La cena de Leví, representa la cena de Jesús en casa de Levi, donde María Magdalena ungió con gran amor los pies de Cristo. Es el de mayor calidad de los cuatro y conserva la firma del autor en el pomo del perfume.

Sobre la escultura de escayola de la Virgen de los Dolores vemos el cuadro de La Samaritana, que presenta a Jesús con la samaritana en el pozo de Jacob. La falta de comunicación entre los personajes y la tosquedad de la figura femenina no añade mucho mérito a esta obra del siglo XVIII.

Arriba de la escultura de San Antonio de Padua aparece el cuadro de La multiplicación de los panes y los peces, cuya representación del paje y de las mujeres que figuran entre la multitud hambrienta, no son muy buenas.

Encima de la escultura de San Isidro está el cuadro de La conversión de San Pablo en el camino de Damasco. De mayor calidad que los dos anteriores aunque su deterioro a causa del tiempo no nos deje apreciarlo en todo su esplendor.

Debajo del coro hay una habitación cerrada con una reja en la que se guardan las imágenes que salen en procesión en Semana Santa, pero lo que más destaca en este lugar es la pila bautismal, elemento más antiguo de la iglesia, ya que data de 1686.

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