Nació en 1565, en la cuna de una de las familias hidalgas de más rancio abolengo de Esquivias, los Salazar. Fueron sus padres: Catalina de Palacios y Hernando de Salazar y Vozmediano. Era la mayor de cuatro hermanos: Nicolás y Gonzalo, que murieron siendo niños; Francisco, que fue cura de Esquivias y heredero de la familia; y Fernando, que terminó siendo fraile franciscano en el convento de San Juan de los Reyes de Toledo con el nombre de Fray Antonio de Salazar.
Numerosos documentos del archivo parroquial hacen referencia a la esposa de Cervantes, como su partida de bautismo fechada el día 5 de noviembre de 1565, el acta de su confirmación, varias partidas de bautismo donde ejerce junto a su marido como madrina y, por supuesto, la partida de matrimonio inscrita el 12 de diciembre de 1584.
Partida de Bautismo de Catalina de Palacios
Al margen: Catalina.
“En primero de novienbre de myl y quinientos y Sesenta y cinco años el Reverendo Señor Pedro de huete cura teniente del dicho lugar batizo una hija del Señor Hernando de Salazar Vozmediano y de la Señora catalina de Palacios Su muger cuyo nonbre fue catalina y el Señor Cura pregunto a los que la traian a bautizar que a quyen Señalavan Por conpadres que la saquen de pila los quales Respondieron Que al Reverendo Señor Juan de Palacios el Qual la tuvo de Pila otrosi el encargo el parentesco espiritual conforme al Santo concilio tridentino siendo testigos Pedro de gamboa e Alonso palomo e baltasar ximenez Vezinos del dicho lugar de esquivias”.
Firmado: Pedro de Huete.
Cabe destacar que en ese momento Catalina tan sólo contaba 19 años de edad, mientras que Cervantes tenía 37 y se presentaba ante la orgullosa familia esquiviana como un hombre maduro.
A la boda no acudieron ni la madre de Catalina, ni los padres de Cervantes, hecho que también se debe a la reciente viudez de la suegra de Cervantes y a la enfermedad de su padre, Rodrigo de Cervantes, que murió unos meses después del enlace. Finalmente las familias tuvieron una buena relación como queda patente al contemplar que, al hacer testamento, Rodrigo de Cervantes nombra como albaceas a su mujer Leonor de Cortinas y a su consuegra Catalina de Palacios.
El matrimonio duró 32 años, hasta que el 22 de abril de 1616 el Príncipe de los Ingenios encontró la muerte. Vivieron juntos en Valladolid y Madrid, volviendo a vivir en Esquivias en determinadas ocasiones, donde acudían para visitar a la familia, asistir a bautizos donde ejercían como padrinos, a la inauguración de la ermita de San Roque en 1602, en 1610 pasaron una temporada en la villa y el último viaje que realizó Cervantes fue precisamente a Esquivias, unos meses antes de morir, así queda reflejado en el prólogo de su obra póstuma, “Los Trabajos de Persiles y Segismunda”, donde dice: “...viniendo otros dos amigos y yo del famoso lugar de Esquivias...”
Catalina y Cervantes no tuvieron descendencia, el escritor tenía una hija natural, Isabel de Saavedra, con Ana de Villafranca, mujer de un tabernero de Madrid con la que mantuvo una escabrosa relación antes de su llegada a Esquivias. Pero Catalina termina ejerciendo como madre de Isabel a la muerte de Ana de Villafranca y queda demostrado su afecto cuando ejerce como madrina de las velaciones de la hija de Cervantes y Luis de Molina.
Tras la muerte de Cervantes, Catalina sigue viviendo en Madrid hasta su muerte en 1626 y es enterrada junto a su marido en el Convento de las Trinitarias, tal y como consta en su testamento.